La suerte no estuvo de su lado cuando cursaba el segundo año de la carrera universitaria, y retornó a Nogoyá un fin de semana para disputar un partido de futbol, que significaría un antes y un después para su vida.
Fabio Olmedo nació el 19 de febrero de 1967, vive en Nogoyá y estudió dos años de la carrera de Medicina en la ciudad de Rosario, hasta que desafortunadamente en marzo de 1988, sufrió un accidente que cambió su vida.
Olmedo se mueve en silla de ruedas y se desempeña como empleado público hace más de 29 años, durante todas las mañanas. En tanto que a la tarde, se dedica a la apicultura y a preparar su auto de carreras.
“Después del accidente intenté volver a estudiar a Rosario pero se me hizo muy difícil. En 1988 andar en una silla de ruedas en una ciudad grande era imposible, las famosas barreras arquitectónicas estaban todas, incluso en la facultad no había rampas para ingresar, era muy complicado”, recordó.
Olmedo sufrió un accidente en la ciudad de Nogoyá, mientras disputaba un partido de futbol. “Yo estaba atajando porque era arquero y atajé una jugada que era buena, y para festejarla me colgué del arco con las manos, porque acostumbraba a dar una vuelta por el travesaño con las piernas entre los brazos y cuando iba dando esa vuelta, se cayó el arco arriba mío y me fracturo”, comentó.
“Para mí esto nunca fue un impedimento, fue una circunstancia más de la vida y en ese momento lo tomé muy tranquilo porque debido a lo que estaba estudiando, me di cuenta enseguida de lo que me había pasado y eso me ayudó mucho también a salir adelante”, destacó Olmedo.
Durante la tarde y los fines de semana que tiene libres, Olmedo se dedica desde hace varios años a la apicultura. En ese sentido, comentó: “Tengo algunas colmenas, que en la época de cosecha, me llevan mucho tiempo también. Es un trabajo pesado y en el campo es muy poco lo que puedo hacer, siempre tengo algunos muchachos que me ayudan con el traslado de las colmenas, poner las alzas y hacer la extracción de miel, entre otras cosas. Es un trabajo lindo y el trabajo de las abejas es muy interesante”, resaltó.
-¿Cómo llegas al automovilismo?
-Tenía un tío que tenía autos de carreras en la fórmula y esos eran mis antecedentes, ir al taller e ir a mirar las carreras. Fue una pasión que siempre me gustó, algo que siempre me llamó la atención.
“Cuando armamos mi primer auto después de accidentarme en 1990, corríamos picadas en Nogoyá y gane varias. Siempre me entusiasmó esto”, recordó Olmedo.
En 1998, Ariel Reynoso lo invita a correr como copiloto en el Stándar Victoriense en el circuito “Cerro de La Matanza” de Victoria, con la condición de que Olmedo consiguiera algunos sponsors para poder armar el auto.
“A la tercer carrera que corro como acompañante digo, yo tengo que poder manejar estos autos, y ahí mismo hicimos los trámites para tener mi primer auto”.
Después de algunas temporadas en Victoria, Olmedo pasa al SP 1000 Diamantino, donde también consigue buenos resultados.
LA FAMILIA
Olmedo se encuentra separado hace más de cinco años y tiene dos hijas (mellizas) que ya empezaron a ir al autódromo.
“Yo volví a correr más que nada para que ellas me acompañen y me vean, tienen 12 años”, señaló.
-¿Qué dificultas se te presentan al estar arriba del auto?
-Arriba del auto me siento muy bien, incluso no tengo problemas de cansancio ni nada de eso. Por ahí sí, se presentan algunos inconvenientes se me cansan un poco los brazos, pero me siento muy bien.
-¿Hay algo que te quede pendiente en la vida?
-Lo único que me queda pendiente es tirarme en paracaídas y todavía no lo descarto, pero lo veo cada vez más lejano, quizás algún día lo pueda hacer.
En relación al automovilismo una deuda pendiente fue haber ganado una final en el SP 1000 Diamantino y creo que es la única materia pendiente que me quedo en el automovilismo.
Fuente: Revista Muy