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Automovilismo

“Gurí” Martínez a corazón abierto

Nos metimos en la intimidad del Martínez Competición para charlar con Omar Martínez de sus comienzos en la Formula Entrerriana a cómo vive hoy el hecho de tener en su propio equipo a sus hijos Paula y Agustín.

Siempre trató de controlar sus sentimientos, ocultarlos un poco. Tanto dentro de la pista como fuera de ella. No son tantas las imágenes donde uno puede ver a Omar “Gurí” Martínez desbordante de emoción o cargado de ira. Fue siempre así, tratando de manejarse con frialdad y lucidez. Por eso, no dejó de llamarme la atención, cuando vi cómo se le iluminaba la cara y alcanzó a lanzar, casi en un susurro, con un nudo en la garganta: “Uhhh, la de la peña, no te lo puedo creer”. Tenía entre sus manos una remera con casi 40 años de historia. Allí estaba parte de su historia, que es también la de Nogoyá con uno de los máximo referentes del automovilismo nacional. “Cuando se armó la peña, era increíble toda la gente que andaba detrás del auto. Creo que toda la ciudad colaboraba para que podamos estar en pista. Fue una época hermosa, me acuerdo lo que se trabaja en las carreras que se hacían en Nogoyá. Fueron años inolvidables, íbamos a la carrera y nos acompañaba toda la ciudad. Uno lo hacía pensando en correr y disfrutar los fines de semana. Hubiese sido muy lindo vivir eso durante muchos años. Me acuerdo la primera vez que fui a debutar, me fui con el auto en marcha desde casa hasta lo de Mario Facello para alinearlo, después paré en la estación de servicio en la salida de la ruta para cargar nafta y de ahí me fui directo al circuito. No entré nunca más al Retorno que era donde se hacían las carreras. Me acuerdo perfecto que eran dos kilómetros de la ruta hasta la entrada al circuito. Después de la última carrera no entré más”.

La calle Poeta Murga en la ciudad de Paraná parece descansar, se ve poco movimiento, hasta que uno llega al Taller del Martínez Competición donde todo toma otro color. La construcción del taller sobresale en un barrio de casas bajas. Todo prolijamente pintado en color blanco y gris con aberturas en negro. Enseguida que uno pone un pie dentro de la estructura, ve gente por los distintos sectores realizando alguna tarea. Al ingresar visualmente se puede observar al fondo los dos autos de Turismo de Carretera, casi como dentro de una caja de cristal. En ese mismo sector una escalera lleva a la parte superior donde se encuentra la oficina. Hacia el ala izquierda, están las camionetas del TC Pick Up y al fondo en la parte exterior pueden observarse los camiones que trasladan los autos a cada carrera. El Martínez Competición está integrado por los pilotos Jhony De Benedictis y Ayrton Londero en Turismo de Carretera. Agustín Martínez y Damián Markel en TC Pista. Y el propio “Guri” Martinez, su hijo Agustín, Londero y Federico Pérez en las TC Pick Up.

“Yo comencé a correr de casualidad. Don Martínez había tenido una buena cosecha, entonces se compró un auto nuevo y a mi hermano Ariel y a mí nos dejo el auto viejo. Lo armamos y, unos días antes de la carrera, Ariel me pidió que lo corra yo. Tuve que pedir un permiso especial con autorización de Don Martinez, ya que era menor de edad y no tenía registro de conducir. Además lo único que manejaba seguido era el tractor”.

Martínez deja la remera de la peña sobre el escritorio de su oficina que tiene colgado en las paredes algunas tapas de revistas encuadradas, varias fotos y trofeos desparramados por distintos sectores y se sienta a recordar sus comienzos en el automovilismo con tranquilidad. Agustín, su hijo, escucha con atención. Paula llega, se sienta en un costado y disfruta también de la charla.

¿Charlás con ellos de cómo fueron tus comienzos en el automovilismo?

Por ahí ellos han escuchado o han leído, pero nunca fui de sentarnos a charlar y contarles. Por ahí, cuando nos juntamos con el Ariel, que también trabaja en el equipo, y contamos cosas de cuando éramos chicos, ellos andan dando vuelta por ahí y pensás que no están escuchando, pero después vienen y preguntan.

Cuando todos en la Formula 6 Entrerriana se daban cuenta que ese chico que había comenzado a correr en alpargatas, tenía un talento diferente al resto, Ramini, quien le preparaba el motor de su auto, le comentó que había un coche disponible en la Fórmula Renault, que en ese momento era la categoría escuela del automovilismo nacional. Omar no lo dudó, vendió su auto de Formula 6 y lo compró. Para poder prepara el motor, Don Martinez vendió un tinglado y un tractor. La Doña (así se refirió siempre a su madre) preparó ochocientos canelones que se vendieron por todo Nogoyá. La suerte no lo acompañó y se quedó sin dinero. Al año siguiente, Ramini armó su propio equipo y le ofreció ser su piloto. Así fue que terminó viviendo en Villa Constitución y trabajando en el taller de Ramini, porque no tenía dinero. Cuando tuvo que ir a hacer la licencia para poder correr, se fue a dedo, porque no tenía plata para pagar el pasaje de colectivo. No fue el único sacrificio que hizo el “Gurí” en sus comienzos. Durante cuatro meses tuvo que vivir en el mismo colectivo que usaba para ir a las carreras porque no tenía para alquilar. Eso sí, lo estacionó al lado del taller, así le quedada cerquita de su trabajo.

¿Cómo fueron los comienzos de Agustín y Paula en el automovilismo?

Es muy distinta mi realidad con la que le tocó a ellos. En mi época, mis abuelos decían que estaba mal que yo corra y yo hacía lo imposible para estar arriba del auto. Con Agu y Paula arrancamos con el karting, ellos iban a la escuela y a mí era lo que más me gustaba. Pero por ahí no sabes si lo hacen porque les gusta o porque nacieron y crecieron rodeados de todo esto. Cada uno va evolucionando y por ahí te sorprenden. Agustín un día me pidió el karting y arrancó. Él tiene una personalidad que si yo no estoy, mejor para él. Sé lo que me gusta y en todo lo que lo pueda ayudar, voy a estar. Tengo la posibilidad y se hace más fácil porque yo tengo el equipo y los costos para él no son los mismos que cuando yo arranqué.

Con tantos años arriba de los autos, ¿enseguida viste que Agustín iba estar metido en esto?

Por ahí ves cosas que te sorprenden, si es aplicado va a ir aprendiendo. Me acuerdo de una carrera en la Fórmula Plus en el Cabalen en Córdoba. Todos me decían que llegué yo, hice un par de cosas y el auto había mejorado. Yo no había tocado nada, pero le sacó 30 segundos al escolta. Esa vez me sorprendió. También me acuerdo de una vez en La Plata, en el Mouras, con lluvia, que también me llamó la atención como manejó. También me acuerdo que cuando empezó la pandemia, él estaba en el Mouras y justo le llegó el simulador. Se pasó horas y horas con eso y cuando fuimos a la primer carrera en San Nicolás, había mejorado con la referencia de frenado, en la observación de las cámaras, en maniobras que veía que quería doblar a la par y le daba luz y ahora nada. Todo eso te lo va dando el crecimiento y la práctica.

¿Cómo es Paula?

A Paula le gusta el taller, le gustan las carreras. Es un chijete y quiere hacer todo. Siempre está firme y por ahí quiere hacer más cosas de las que debería y se cansa. Cuando Agu empezó, Paula me decía: “quiero correr”. Agu empezó a andar bien y fuimos dejando. Ahora retomó el karting, pero tiene que ir y practicar. Encima, por la edad, no arranca en las categorías chiquitas. De a poco le va a ir agarrando la mano, pero tiene que practicar mucho. Ella me jode y me dice: “Claro, al Agu le cargabas el karting, se lo armabas. Lo único que le decías era: agarra el casco y vamos”. Entonces yo le digo que Agustín tiene que hacer eso ahora.

¿Es difícil el trabajo de padre-hijo, piloto-jefe de equipo?

A veces se hace difícil, pero por suerte hago lo que me gusta, esta él que le gusta manejar. Es algo que a todo padre le gustaría poder hacer y compartir con un hijo. Si decide hacer otra cosa, no hay ningún problema, pero mientras podamos, lo vamos a seguir intentando.

¿Sos de darle muchas indicaciones y consejos?

Cuando arrancó, yo le decía todo: acá tenés que hacer esto, acá esto otro, en la curva esto. Él recién estaba empezando y yo le tiraba toda la información junta. Entonces se llevaba mejor con los mecánicos y con los chicos del equipo que conmigo. Una vez, en el circuito de Concepción del Uruguay, estaba Cristian Ávila y escucha que Agu le dice al chasista: “Allá en la curva no sé si poner tercera o cuarta”. Entonces Ávila se le acerca y le dice: “¿Ves ese que está ahí? Ese es el uno. Anda y preguntale a él. Ese no es el que te lleva a comer, el que está en tu casa, el que te lleva al colegio. En eso, ese que está ahí, es tu papa. Pero en esto, ese que está ahí, es el uno. Así que anda y preguntale a él.

¿Cómo es competir entre ustedes?

Entre nosotros competimos antes en los karting. Ahí era a todo o nada y controlábamos todo, una milésima acá o allá, ganaba uno u otro pero por nada. Ahora Agu se me caga de risa. Yo lo vengo viendo que va evolucionando. En el Pista, hace dos años no hacía las maniobras que hace ahora. Arriesga y está muy bien que así sea, es ahora el momento de equivocarse. Siempre vas a ganar o perder. Cuando fuimos a las Pick Up, tenía más tiempo porque tenía que frenar antes. La acelerás un poco de más, saca la cola y se cae a pedazos. Pero arrancó y arrancó bien. En La Plata terminó segundo. En la largada, le digo a Jumpi Gianni: “Las que yo te hice, las hice sabiendo. Pero si este te la pega lo hace, lo de bruto”. Juampi se cagaba de risa. Yo por dentro pensaba: este, en cuatro o cinco vueltas, lo voy a encontrar tirado. Y no, iba e iba. Cuando Boero, que me traía cortito, se pasó, me dediqué a mirarlo y pensaba: “si lo aguanta en el curvón, ya está”. Pasó el curvón, lo encaró en la otra por afuera, y lo aguantó también. Fue muy lindo verlo correr así. Cuando corría en el formula yo le decía: “En la horquillita,tirate como para pasar a uno, así cortas unos metros y frena. Y en el Fórmula siempre se encontraba con un auto adentro. Ahora emplea todo el manual, tapó todos los agujeros, je.

¿Cómo es el día a día en el taller?

Yo arranco a las ocho acá ya instalado y hago de todo un poco. Veo lo que falta, charlocon los mecánicos, veo lo que falta para los autos. Trato de estar en todoo, por lo menos, en lo que más puedo. Después cada uno de los chicos sabe lo que tiene que hacer. Si se pudiera estar más organizado y con más gente, sería bárbaro. Esto te tiene que gustar, por ahí uno viene a ayudar al pintor y si le gusta, capaz en tres años está atendiendo un auto. Lo más difícil es que siempre estén todos, con todas las ganas. Y, obviamente, todos quieren que el auto que atienden, gane. Yo, por mi parte, trato que los autos tengan lo mejor y sean competitivos, siempre agradecido de que me acompañen, aunque por ahí renegamos, je. Con Paula discutimos más, pero ella sabe de punta a punta todas las cosas de taller. A Agu, cuando lo necesito, hay que empujarlo un poquito pero arranca. Le cuesta pero arranca, jaja.

Agustín: estando dentro del automovilismo, ¿te pesa el apellido?

Hay días que me gustaría no ser el hijo del “Guri”, pero más que nada para no tener que dar notas y entrevistas, que me cuesta mucho. Puertas adentro, la nuestra es una vida normal. Sí cambia todo cuando vamos a los autódromos. Me acuerdo en 2015, cuando ganó el campeonato, no podía creer la locura que se desató. Era impresionante ver la emoción de toda la gente, por eso nunca correría en un Chevrolet.

Omar, quien está vestido de jeans, zapatillas y la remera de su equipo, observa a Agustín y deja una infidencia: “Hace un tiempo me llama Marcos Di Palma y me dice: ‘Loco, te llamo para felicitarte. Vos fuiste uno de los mejores, pero no fuiste ‘hijo de’ y no sabés lo que pesa eso. Te felicito por lo de tu hijo porque no es fácil y él parece que lo lleva con una naturalidad tremenda”.

El ritmo dentro del taller del Martínez Competición es frenético. Cada mecánico está metido y concentrado en su trabajo. Por ahí también anda el ramirenze Ayrton Londero, dando una mano y colaborando con el armado de su TC Pick Up. Aunque nadie se detiene un segundo, todo se desarrolla en armonía. Paula, mate en mano, prepara todo para lo que será al día siguiente la prueba en el rolo. Omar se para en la puerta del taller observa y vuelve el tiempo para atrás. “Esa que está ahí al lado fue mi primera casa. Ahí nacieron Paula y Agustín. Acá no había nada, eran puros terrenos vacíos. Despacito fui armando el taller para atender los autos de Fórmula. Ahora por suerte el colectivo lo están arreglando en un taller, porque ni sé donde lo voy a meter. Ya nos está quedando chico este lugar”. Vaya si ha recorrido un largo camino. Desde aquellos comienzos con solo 17 años en la Formula 6 Entrerriana, a ser uno de los ídolos del automovilismo, para después convertirse en el jefe de uno de los equipos referentes de la categoría más popular del automovilismo nacional. A su manera y con sus formas, Omar “Gurí” Martinez, ha dejado su huella.

La nota completa la encontrás en el Boletín Deportivo+Cultural

1 Comment

1 Comments

  1. Aníbal Enrique Velche

    19/05/2022 at 5:35 am

    Es. Increíble. Y. EMOCIONA. SABER. TODO. Sobre El. Y entorno Tengo. Un gran. Orgullo de Ser. E.Riano. Veo. Las carreras. Y. Voy. Vivo En Neuquén. Pero. Nací. Y viví. En. VILLA URQUIZA Dónde. Siempre. Voy. Ahí. Tiene. Panadería. Mí. Hna. Y. Mí Hno. Cta. De. Leñas. Al. Lado de. El. Siempre. Tengo. Noticias. Por. El. Hueso. Massutti y tengo. Fotos. JUNTOS. Me llena. De. Emoción. Jamás. Pude Estrecharle La. Mano pero. No. Pierdo. La. Esperanza. FUERZA A TODOS Y QUE ESA ENERGÍA. JAMÁS SE APAGUÉ.

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