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Fútbol

El Método Heinze

Planificación y metodología. Cómo trabaja y cincela a sus equipos Gabriel Heinze

Por Gonzalo Cornago

A las 7:30 de la mañana, sale de su casa en el barrio de Kentucky y recorre 10 km hasta circunvalación, toma por Presidente Perón hasta Gollán y de ahí hasta el predio. Todos los días recorre eso 15 km y es prácticamente a lo que se reduce su actividad en Rosario. De su casa al predio y del predio a su casa. Saluda a la gente de seguridad que está al ingreso, el cual está decorado por gigantografías de jugadores que han sido preponderantes en la historia del club y entre ellas está su imagen. Inmediatamente que ingresa, dobla a la izquierda pasa por las canchas de Hockey y llega a su bunker: el Hotel que mandó a construir Marcelo Bielsa. El edificio está ubicado en el Complejo Bella Vista, en el sudoeste de Rosario. Cuenta con cinco pisos en un predio de 2.000 metros cuadrados y costó unos 2.500.000 dólares, cifra que aporto el actual entrenador de la selección uruguaya y edificio que él mismo se encargó de hacer diseñar a su imagen y semejanza, en 2017.

El gris del cielo se mimetiza con el del hormigón del edificio, que por dentro es igual aunque está vestido con imágenes gloriosas de su historia.

Hay cuadros con la figura de Bielsa y los otros entrenadores campeones con el Rojinegro: Gerardo Martino, el Tolo Gallego, José Yudica y Juan Carlos Montes. También están figuras contemporáneas como Maximiliano Rodríguez, Ignacio Scocco y el mismo Gabriel Heinze.

“Recibí del club que me formó mucho más que lo que finalmente entrego. Entiendo que es mucho más una devolución que otra cosa. Las instalaciones de una institución son las que permiten que la preparación se desarrolle de una mejor manera. Los equipos son según la calidad de jugadores y el nivel de la preparación que reciban. Toda la infraestructura hace que la preparación pueda ser mejor“, declaró Bielsa en una conferencia de prensa, cuando lo consultaron sobre la donación del hotel, donde concentra el plantel de primera división

Lo que no imaginó Bielsa, es que algunos años después, uno de sus alumnos destacados, estaría allí, trabajando en la misma oficina que él imagino y pensó para los entrenadores de la institución. Ubicada en el segundo piso, posee un amplio escritorio con grandes ventanales con vista a las canchas del predio. Libros, el mate, su Mac están siempre sobre el escritorio, donde analiza y pasa varias horas frente a la pantalla. Una pizarra blanca gigante. En la decoración de las paredes, se encuentran distintos cuadros de los entrenadores que han obtenidos títulos en el club. Un juego de sillones acompaña la escena y una escalera lleva a su habitación, que tiene las mismas comodidades que el resto del hotel.

Cuando se encontraba viviendo en Madrid con su familia y recibió el llamado para dirigir a Newell’s, hizo lo mismo que hace con todos los ofrecimientos que le llegan: analizó más de 50 partidos del equipo, observo no solo al plantel de primera, sino también a los juveniles, y junto a su cuerpo técnico observó cómo estaban todas las instalaciones del club. Pero sabía que este no era un llamado cualquiera, el corazón y los sentimientos también pesaban y mucho, entonces decidió dar todo y más aún. Habló con su familia, siendo consciente de que ya no podía ir moviendo a su esposa y tres hijos para todos lados y, de dar una respuesta positiva, tendría que volver solo a Rosario. “Lo que yo no quiero es que esta profesión, me haga perder más cosas con mi familia”, había comentado tiempo atrás.

Pero Newell’s es Newell’s y decidió emprender la aventura.

Volvió a reunirse con su cuerpo técnico sus ayudantes de campo Mariano Toedtli y Nicolás Pavlovich y con su preparador físico Javier Vilamitjana, analizaron todos los trabajos realizados y decidieron hacer algunas modificaciones: si tomaban el desafío tenían que llegar con un manager que forme parte de su equipo y  la reserva debía estar bajo su órbita. ¿Capricho? No, querían buscar la manera de que su trabajo rinda los mejores frutos para el club. Basta con repasar los pasos de Heinze por Argentinos Juniors y Vélez para ser conscientes de lo que genera.

Cuando Gabriel Heinze llegó a Argentinos Juniors, el club estaba recién descendido y con sus arcas quebradas. En un año le cambió su fisonomía, regaló un futbol de alto vuelo y volvió al club a Primera División.

Pero eso no fue lo más importante: potenció a chicos de la cantera y no solo lo devolvió a la máxima categoría, sino que genero un capital enorme para la institución: Alexis Mac Allister al Brighton, Nicolás González al Stuttgart alemán, Esteban Rolón a Málaga de España, Nehuén Pérez al Atlético de Madrid, Braian Romero a Independiente.

Alexis Mac Allister, que hizo su debut con Heinze en Argeninos, comentó: “Con Gabriel hice un click como jugador. Aprendí que son necesarias las dos cosas: jugar y correr. Antes de jugar mi primer partido me dijo que no le importaba lo que iba a hacer, que agarre la pelota y la pierda mil veces, que no pasaba nada”.

En La Paternal estuvo una temporada y hasta el día de hoy se lo agradecen.

Cuando llegó a Vélez el club estaba en zona de descenso. En dos años y tres meses lo clasificó a Copa Sudamericana, Libertadores y se fue de Liniers quedando en la tercera ubicación, detrás de Boca y River.

Nadie mejor que los propios jugadores para evaluar el trabajo de un entrenador: “Gracias a Heinze crecí un montón y haber llegado a Europa o la Selección fue por él. Con Gabriel sumé llegada al área y eso es clave para un mediocampista interno”, comentó Nico Domínguez.

“Mono” Vargas, quien fue vendido al Español de Barcelona, dijo: “Con Gabi es aprendizaje constante. Hasta tenés aprendizaje de vida, porque uno piensa que el Gringo es fútbol, fútbol y fútbol, pero me ha dejado enseñanzas de vida también. Tiene una intensidad y una pasión muy grande. Lo vive como nadie”.

Muchos de sus jugadores tuvieron destino Europeo: Santiago Cáceres fue vendido al Villareal de España, Vargas al Español, Domínguez a Bologna, Robertone a Almería, Cufré a Mallorca y Giménez y Barreal a la MLS.

Robertone también dejó su sentencia sobre el entrenador entrerriano: “A muchos nos ayudó a cambiar nuestra manera de pensar y nos obligó a ser más profesionales. No hay nada mejor para un jugador que tener un DT honesto y que diga las cosas de frente. Es un buen tipo, sabe escuchar y es muy sincero. Heinze nos enseñó a entender el fútbol”.

Que es temperamental lo saben todos. Que es exigente, también. Pero siempre, siempre, va a buscar lo mejor para su equipo. Nunca pondrá un interés personal por sobre el grupal. Por eso cuando Thiago Almada era pretendido por los poderosos de Europa, el entrenador no dudo en protegerlo de todo lo que estaba viviendo y dijo: “Hasta que Thiago no esté tranquilo y recupere su sonrisa, no va a jugar”. Lo fue llevando de a poco hasta que volvió a su nivel.

El actual jugador de la selección argentina siempre lo agradece: “Nos ayudó mucho a todos los chicos y nos dio herramientas a todos. En los entrenamientos te cagaba a pedos y te corregía todo, je, hasta te marcaba si en un partido no hacías lo que él pedía. Cuando subí a Primera era enganche y no corría mucho en la categoría. Él me enseñó a correr, a hacer distintos movimientos y cómo jugar sin pelota. Además, fuera de la cancha, se fijaba en lo que comías y cómo descansabas”.

Para asumir como entrenador del conjunto rosarino, eligió a Horacio García, quien trabajó más de 25 años con Bielsa, para que sea el manager y a Facundo Quiroga para que esté al frente de la reserva. Cuando llegó al club, junto a García analizaron 5 ligas del continente para buscar las mejores opciones para refuerzos, dentro del limitado presupuesto con el que contaba el club. García falleció de un infarto antes del comienzo del primer torneo de Heinze como entrenador de Newell’s. Fue un golpe durísimo que tuvo que asimilar.

La intensidad y la presión son una constante en sus equipos, aunque no haga más persecuciones individuales como solía hacer en sus anteriores clubes. No es fácil para los jugadores asimilar todo eso, por eso se los va preparando de manera especial desde la pretemporada, en el desarrollo congnitivo. Los entrenamientos tienen una versatilidad tremenda y los trabajos no se repiten, los ejercicios tienen muchas variantes, con muchas consignas. Hay un desarrollo conceptual, técnico-táctico, estudiando qué tipo de condicionantes físico tienen. Saben en qué momento trabajar cual o tal ejercicio, apuntando a tal o cual cualidad física.

La parte física se trabaja toda en campo y la mayoría con balón, salvo algunas cosas de intermitencia que se hacen o la parte de fuerza en el gimnasio, pero siempre pensando en un trabajo integral. En una sistematización a partir de un componente integral del jugador. El entrenamiento es bien especifico y preventivo para evitar lesiones. Sincronizan toda la actividad para que el deportista este bien físicamente, pero también este sano.

Los ejercicios simulan todo lo que tiene que ver con la exigencia en la competición, tanto en campo de juego, como en el gimnasio. No son ejercicios convencionales, se trabaja sobre ejercicios específicos: algunos de fuerza básica estructural y otros funcionales generales. Todo tiene un nivel de especificidad que mantiene el balance del jugador y apunta a la prevención de lesiones.

Además del estímulo de fuerza, se dedican días de trabajos preventivos de los distintos músculos, divididos por grupos. Todo dentro de la planificación semanal, para mantener el balance entre los músculos y prevenir lesiones.

Es continuo el  monitoreo de cómo se sienten los jugadores, a partir de cómo van asimilando las cargas. Se le realizan preguntas a los jugadores antes y después de los entrenamientos. Además del monitoreo constante con los GPS y la medición de la frecuencia cardiaca, para saber como asimilan la carga interna y externa el jugador.

Para Gabriel Heinze no existe el 11 de memoria. Para el entrenador entrerriano y su cuerpo técnico, cada partido necesita de distintos intérpretes de acuerdo a las virtudes y defectos de sus rivales. Por eso es muy raro que repita una alineación. Por más que un jugador haya sido la figura excluyente de un encuentro, al siguiente puede no iniciar el encuentro, porque sus características no encajan en el sistema de juego que necesita para vulnerar al rival.

Todo el plantel trabaja de la misma manera, del primer al último jugador. No existen las palabras titulares o suplentes, los denominan “los que iniciaron” y “los que no inician”. Hasta el día anterior al partido, todos hacen el mismo trabajo. De esta manera, cuando a un jugador le toca entrar, está preparado de la misma manera que el que estuvo en la formación inicial, porque hizo exactamente el mismo trabajo que el que ocupó su lugar.

El día anterior del partido, los jugadores que quedan fueran de la lista (se denominan “no convocados”) hacen trabajo complementario para que no pierdan el día y el día del encuentro trabajan a la mañana para tener la carga de partido. Al otro día entrenan los no convocados y los que no iniciaron, mientras que los que jugaron hacen recuperación.

“No me perdono que en el juego pase algo que yo no entrené, no analicé, no lo sabía o no se lo he dicho a mis jugadores. Como entrenador debo saber todo lo que puede llegar a hacer el rival. Si durante la semana no le diste las herramientas y soluciones a tus jugadores, difícilmente puedas encontrar la solución durante el partido”, suele comentar Heinze. Por eso, nunca planta en campo el equipo que va a iniciar el encuentro. Los jugadores trabajan todos por igual, no hay ningún tipo de diferenciación en nada. Se ve un once en cancha pero todos mezclados: dos centrales, con otros dos laterales, los extremos con los internos mezclados.

Dos días antes del partido recibe los recortes de su video analista Diego Navone, que observa los últimos cuatro partido del rival y  divide el trabajo en posesión, salidas y finalización y sin posesión presión y como defiende el rival en su campo. Con eso empieza a analizar qué formación elegir y por donde hacer daño a los rivales.

Los lunes, los jugadores reciben en su celular toda la planificación y saben día por día todo lo que tiene que hacer esa semana: cuándo se le toma el peso, cuándo tienen coaching, cuando tienen doble turno, cuando idioma. Todo.

¿Por qué la planificación es semanal? Creen que es la mejor manera de estar enfocado al ciento por ciento. Hasta que no termina un partido, no se habla ni se piensa en el otro rival. La planificación, el control del peso, la organización, la ejecución de las sesiones, la composición corporal, el informe médico, la nutrición, la medición del GPS, todo está volcado y pensado en el rival del fin de semana. Del próximo rival, nadie habla.  

Hay dos palabras que el cuerpo técnico usa a diario: excelencia e innovación. Por eso los jugadores tienen obligación de almorzar en el predio, de esa manera se garantizan que el 50 % de los alimentos que ingresan a su organismo sea de la más alta calidad. Todo lo que consumen está meticulosamente estudiado y cuidado. Por eso también se les mide hasta en 12 lugares los pliegues para de esa manera, tener controlado cualquier exceso de grasa, que después pueda derivar en alguna lesión.

En busca de innovar, el Preparador físico Javier Vilamitjana diseñó un gimnasio móvil que lleva al campo de juego donde pueden trabajar 16 jugadores al mismo tiempo, mientras los demás realizan otros ejercicios.

También se sumó al trabajo en Newell’s José Brea, coach ontológico que tiene certificado en gestión de RRHH y especialización en liderazgo organizacional, quien trabaja de manera grupal e individual con los jugadores.

Según estadísticas de la Liga Profesional de Fútbol, Newell’s está entre los primeros equipo en ataques generados a partir de secuencias de diez pases. Toda una marca registrada de Heinze. Por eso no llamó la atención que equipos empiecen a poner los ojos sobre sus jugadores. El Inter de Leo Messi quiso llevarse al extremo Brian Aguirre y varios equipos europeos tienen apuntado a Juan Sforza -quien ya fue convocado a la Selección Argentina-. Ian Glavinovich es otro juvenil que está demostrando un gran nivel.

En cada club por el que pasó, el Gringo dejó su sello y un estilo. Hoy, Newell’s, está en ese camino. Gabriel Heinze no es de hablar mucho públicamente. A veces hasta da la sensación de que ni siquiera hace falta. Su trabajo, sus colegas y sus jugadores hablan por él.

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