Por Cornago Gonzalo
A Gabriel Hienze lo separan, literalmente de San Lorenzo, 10.000 kilómetros. Instalado con su familia desde mediados de 2021 en Pozuelo de Alarcón, en las afueras de Madrid, volvió sólo a la Argentina para cumplir uno de sus sueños: dirigir Newell´s Old Boys. Club al que llegó con tan sólo 14 años y al que volvió para ser campeón y retirarse como futbolista, después de una exitosa trayectoria en Europa.
El entrenador entrerriano fue siempre bastante previsible en su manera de manejarse. En su mondo, la palabra tiene un valor casi sagrado. Heinze no suele dar rodeos para decir lo que piensa. Honestidad brutal, podrán decirle algunos. “Mi viejo me enseñó que hay que ir siempre con la verdad y de frente. Después si a las demás personas les molesta, no es un problema mío. Digo lo que siento. No me sale ser de otra manera”, se sinceró en una ocasión. Y sumó: “A veces me cierro mucho y termino aislado por ser frontal. Pero prefiero ser así antes que ser hipócrita. Me sale esto, no sé si está bien o mal, pero soy auténtico”.
Desde que inició su carrera como técnico, siempre se manejó de la misma manera: a todos los equipos que dirigió los tomó al comienzo de la pretemporada. A todos: Godoy Cruz, Argentinos Juniors, Vélez, Atlanta United y Newell`s Old Boys. No hizo excepciones con nadie, ni siquiera con Newell’s, con toda la carga simbólica que tiene significa la institución rosarina en su vida.
¿Por qué habría de cambiar ahora?
Junto con su cuerpo técnico confían en su manera de trabajar. Creen a rajatabla que ese es su Norte. Para ellos, un equipo es un todo. Desde el primero al último jugador. Y, en esa hoja de ruta, incluyen a las divisiones inferiores. Estudian al detalle el plantel con el que cuentan, las instalaciones en las que van a trabajar, los lugares en los que van a concentrar. Todo. No dejan ningún detalle librado al azar.
¿Por qué no asume sin tener una pretemporada para trabajar?
La intensidad y la presión son una constante en sus equipos. No es fácil para los jugadores asimilar todo eso, por eso se los va preparando de manera especial desde la pretemporada, en el desarrollo cognitivo. Los entrenamientos tienen una versatilidad tremenda y los trabajos no se repiten, los ejercicios tienen muchas variantes, con muchas consignas. Hay un desarrollo conceptual, técnico-táctico, estudiando qué tipo de condicionantes físico tienen. Saben en qué momento trabajar cual o tal ejercicio, apuntando a tal o cual cualidad física.
La parte física se trabaja toda en el campo y la mayoría con balón, salvo algunos ejercicios de intermitencia que se hacen o los trabajos de fuerza en el gimnasio, pero siempre pensando en un trabajo integral. Así, su búsqueda es una sistematización total, a partir de un componente integral: el jugador. El entrenamiento es bien específico y preventivo para evitar lesiones. Sincronizan toda la actividad para que el deportista este bien físicamente, pero también sano.
¿Qué lo une a San Lorenzo?
Solamente su excelente relación con “Beto” Acosta, con quien compartió equipo en Sporting de Lisboa. Se conocieron en el primer entrenamiento, donde casi se agarran a las trompadas y el ex goleador de San Lorenzo después terminó casi teniéndolo de “pensionista” en su casa, comiendo todas las milanesas que cocinaba su esposa.
¿Puede atender un llamado de los dirigentes de Boedo? Probablemente, por respeto a su excelente relación con Acosta y por una cuestión de cortesía.
En una de sus últimas conferencias de prensa como entrenador de Newell`s dijo: “Va ser complicado que dirija en el fútbol argentino porque el lugar más lindo era este. Después no se sabe, me gusta mucho el fútbol y te puede atraer un proyecto. Pero me va a costar muchísimo, después de estar en esta institución. Volver a estar en otro club argentino o jugar en contra de Newell´s. Antes no había estado en este lugar, no sabía lo que era. Tampoco voy a decir que no, pero va a ser difícil”.
Los tiempos de San Lorenzo y de Heinze no son los mismos. Difícilmente sus caminos se encuentren. Al menos, en este momento.
