La ludopatía crece, sobre todo, entre futbolistas profesionales y menores de edad. Entrenadores de inferiores y docentes alertan que encuentran a chicos llorando por perder plata. En el futuro habrá cada vez más chicos adictos al juego
Por Roberto Parrotino
La adicción al juego crece entre los futbolistas de todos los niveles. El italiano Sandro Tonali cumple ahora una suspensión de diez meses (apostó en partidos del Milan, entonces su equipo). Gana siete millones de euros por año en el Newcastle. No es por el dinero, sino por la adrenalina. Tonali inició un tratamiento de rehabilitación para su ludopatía. Según Federbet, organización de propietarios de casinos, el 90% de los jugadores profesionales apostó alguna vez. Pero hay otros “jugadores”. Docentes -sobre todo-, psicólogos y entrenadores vienen advirtiendo lo que detectan en las escuelas, en los consultorios y en las inferiores de los clubes: que chicos -cada vez más chicos- son atrapados por las apuestas, que endeudan a sus padres, que se someten a “cajeros” y “recaudadores” clandestinos que les sostienen la adicción, que hay suicidios.Con la legalización del juego online en 17 provincias, Argentina abrió un casino en forma de webs y apps, a mano, en la cartera de la dama, el bolsillo del caballero y la mochila y el botinero de cualquier adolescente. En el fútbol, una “apuesta” dejó de ser -o convive con- aquel futbolista joven o de procedencia inesperada que se contrata so pretexto de que a mediano o a largo plazo podrá retruibuirle, como “ganancia”, dividendos futbolísticos a un equipo.
Las apuestas online volvieron al escenario de la agenda virtual después de que la periodista deportiva Morena Beltrán promocionase una “combinada” en X (es interesante leer las respuestas). No por la novedad nada nueva de la problemática, sino acaso porque el chivo lo hizo una mujer. Y por la devolución de una audiencia crítica. Desde Juan Pablo Varsky hasta Horacio Pagani hacen clank! y tachín tachín con las casas de apuestas. Son varones. La mayoría no se escandaliza. Ninguno de los tres, igual, pueden reducirse a meros publicistas en apuros. Nada más lejos de la moralina, eh: decir que no es una opción y relatar los altos riesgos -7 de cada 100 argentinos son ludópatas-, un plus, como lo decidieron desde Corta y al pie hasta Valentín Torres Erwerle. No son solo los periodistas (deportivos). Streamers influencers youtubers tiktokers, invasión publicitaria en las transmisiones de los partidos, promoción desde las redes oficiales de los clubes e, incluso, un programa propio en la TV (“La jugada perfecta”, de Fox Sports). “Lo de las apuestas online termina mal, qué te juego!! Registrate con mi código BIXI y te damos un bono de 5 lucas para que te la patines toda”, ironizó @Bixispace en X. “Periodistas deportivos promocionando casas de apuestas -apuntó el periodista Federico Kukso- es como si periodistas de salud promocionaran cigarrillos en televisión. Un periodista no puede promocionar algo que atente contra la salud. Y las casas de apuestas inducen a adolescentes a la ludopatía. No es ético, aunque te paguen mucho”.
En el fútbol argentino, ocho de los 28 clubes de la Liga Profesional ya muestran publicidad de las casas de apuestas en las camisetas (el 28%). Y también la propia Liga, la selección argentina, la Copa Argentina y la Primera Nacional facturan con una casa de apuestas como “sponsor oficial”. El fútbol argentino le abrió los brazos a los dineros ávidos de la publicidad de las casas de apuestas después de que fuesen prohibidas en las principales ligas de Europa -la última, la Premier League- por su correspondencia: el arreglo de partidos -un tema que podemos abordar en otra entrega del Prepárense…– y la ludopatía, en especial entre los jóvenes. Las publicidades en el frente de las camisetas de Boca (Betsson) y River (Codere) exponen hasta las necesidades de los grandes. Entre bancos, financieras, casinos y casas de apuestas se reparten el 64% de las publicidades en el pecho de las camisetas de los clubes de Primera. Revelan una época de la industria del fútbol. Y que, en el país del campeón del mundo, todos creemos saber de fútbol, porque las apuestas se incrementaron tras la pandemia, pero también tras Catar 2022. Se timbea a partir de ese “saber”. Y, sí sabemos, la banca siempre gana.
En la Argentina no existe regulación alguna sobre las apuestas, como el límite a la publicidad. Tampoco hay en el país estadísticas de la ciberludopatía infantojuvenil. Un entrenador de inferiores me cuenta que oyó a los juveniles de su club hablar en pleno entrenamiento de las apuestas de los partidos de la Champions que se jugaban esa tarde. Otro que vio a un chico llorar en el vestuario y que le confesó que había ganado el dinero para traer a los padres desde el interior, pero que siguió apostando y lo perdió. Un director de una escuela contó que una tarde empezó a andar mal Internet, y que se percató de que los alumnos miraban un partido -y apostaban- desde los celulares en el recreo. Se estima que el 80% de las casas online son ilegales y que sus servidores se alojan en paraísos fiscales. Como Ivan Toney, en 2016 Martín Demichelis, actual DT de River, fue multado (28.500 euros) por la Football Association después de que aceptara 29 apuestas en el mercado ilegal. Jugaba en el Manchester City. “No es algo grave”, había dicho. En el Reino Unido hay al menos 55.000 adolescentes ludópatas. Es como si Anfield, el mítico estadio del Liverpool, estuviese lleno, pero de enfermos. En el futuro habrá cada vez más menores de edad adictos al juego, si se sigue monetizando la vida, si el dinero fácil está re pegado y es el pulso del “éxito” o del “fracaso”.