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Fútbol

Sociedades Anónimas: verdades mentirosas

Por Ezequiel Fernandez Moores

Generoso, el fútbol permite que todos se suban a su carro cuando desean sacar provecho del éxito. «Todos» es en este caso el presidente Javier Milei. El «éxito» es la flamante conquista de la Copa América en Estados Unidos. Y el «provecho» es la campaña del Gobierno nacional por los Clubes SAD, fortalecida en las últimas horas con resoluciones de la Inspección General de Justicia (IGJ).

Milei, creen algunos, puede haber reimpulsado su política de Clubes SAD para distraernos de problemas más urgentes que no logra solucionar. Otros creen que lo hace para darle alguna satisfacción a Mauricio Macri, su aliado en crisis. Una tercera posibilidad: los dineros eventuales que ingresarían por un Club SAD pueden ser hasta insignificantes si se quiere, pero el gran ruido del fútbol podría significarle al Gobierno una señal poderosa de los nuevos tiempos que pretende instalar: «Si pudimos con el fútbol, podremos con todo». 

Como sea, Milei posteó utilizando a la selección para pontificar sobre los Clubes SAD y citó a cada uno de los clubes en los que juegan los campeones mundiales de Qatar, ahora bicampeones de la Copa América. Se trata, sabemos, de medias verdades.

Porque si Milei comienza su posteo diciendo «Dibu Martínez-Aston Villa», a esa mención podríamos añadirle cual fue el club que ayudó a formar al arquero de la selección cuando el arquero era solo un pibe, no un campeón. Es decir, la cita debería haber dicho entonces «Dibu Martínez», seguir luego con ese club formador y, recién allí, citar al Club SA («Aston Villa»). En el caso del Dibu ese club formador es General Urquiza, fundado en 1914 en la zona de la vieja terminal de ferrocarril de Mar del Plata. Martínez comenzó atajando allí con seis años de edad, contra rivales dos años mayores que él. 

Y así, respetando el orden del posteo de Milei, podríamos seguir con el resto del equipo. Defensa: Gonzalo Montiel-Parque Fútbol Club (La Matanza)-Sevilla (España), Cuti Romero-Club Atlético San Lorenzo (Las Flores, Córdoba)-Tottenham (Inglaterra), Lisandro Martínez-Club Urquiza y Club Libertad (Gualeguay, Entre Ríos)-Manchester United (Inglaterra) y Nicolás Tagliafico-Club Atlético y Social Villa Calzada (Rafael Calzada, provincia de Buenos Aires)-Olympique Lyon (Francia). 

Sigamos por el mediocampo: Rodrigo De Paul-Club Social y Deportivo Belgrano (Sarandí)-Atlético de Madrid (España), Enzo Fernández-Club La Recova (San Martín, Buenos Aires)-Chelsea (Inglaterra) y Alexis Mac Allister-Club Social y Deportivo Parque (Villa del Parque, Buenos Aires)-Liverpool (Inglaterra). Y adelante: Lionel Messi-Club Abanderado Grandoli (Rosario)-Inter (Miami), Julián Alvarez-Club Atlético Calchín (Calchín, Córdoba)-Manchester City (Inglaterra) y Angel Di María-Club El Torito (Rosario)-Benfica (Portugal).

Los datos forman parte del libro Semilleros, que incluye similar origen de los demás campeones de Qatar. Semilleros, escribe el colega Ariel Scher en el prólogo, es «una celebración de las raíces», un «barrio trasformado en júbilo» y la cita de «un espacio hasta más fuerte y más decisivo que ser campeones del mundo: el origen».

Podríamos, luego, recordarle al presidente Milei, como hizo el abogado César Francis, excandidato a presidente de San Lorenzo de Almagro, que también hay jugadores y selecciones hoy de Ligas con Clubes SAD de discreto rendimiento en competencias internacionales. Y que, tal vez, el problema no sea entonces la forma jurídica de los clubes, sino la economía nacional. 

Tenemos también el modelo bien cercano de Brasil para demostrar que, lejos de poder retener a los mejores jugadores, los Clubes SAD también los venden en edades tempranas, y no por motivos de sobrevivencia, sino de mera rentabilidad. Es que sería mejor llamar a las cosas por su nombre: los Clubes SAD no son la «salvación» del fútbol argentino, sino, simplemente, la creación de un nuevo negocio. Y de un negocio tentador: hay tres copas mundiales y ahora dieciséis Copas América que lo certifican. Imposible no querer adueñarse de ese queso. 

Hay muchos otros datos que podrían citarse, sin olvidar que, ante todo, sería la Justicia (y no un DNU) quien tenga la última palabra para establecer si un Gobierno puede obligar a una entidad autónoma como la AFA a modificar sus estatutos a fin de permitir Clubes SAD en sus campeonatos. Porque es cierto que el DNU, como alega el Gobierno, no obliga a que los clubes sean SAD. Pero sí obliga a la AFA a aceptarlos.

Y una reflexión última: es cierto que los Clubes SAD son moneda corriente en casi todas las Ligas del mundo, tanto que la propia AFA, cuentan diversas fuentes, estudia un modelo propio que facilite el ingreso de capitales externos, pero que respete a su vez a nuestros clubes centenarios, sobrevivientes de crisis económicas, sociales y políticas. Nuestros clubes son un fenómeno muy propio y no es bueno ahogarlos económicamente con políticas de puro ajuste para forzarlos luego entonces a venderse al inversor de turno. «No más socialismo pobrista en el fútbol», pide Milei en su posteo. El presidente reduce todo a blanco o negro, un curioso modelo de libertad que vive de las medias verdades. Y todos, Milei incluido, sabemos que las medias verdades, muchas veces, ocultan grandes mentiras. 

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