Por Cornago Gonzalo
La camiseta de la selección argentina es el símbolo nacional preferido por encima del himno, la bandera u otros emblemas patrios tradicionales. Genera sentido de pertenencia, identidad, orgullo. Vestirse de celeste y blanco, es representar a todo el país y no son muchos los elegidos que tienen ese privilegio. Sentir lo que es desfilar en una ceremonia inaugural y escuchar el Himno. Pasearse con la indumentaria oficial celeste y blanca para te miren desde lejos y sientan que otros los respetan y que les gustaría estar en su lugar. Compartir con deportistas mates, charlas. Es solo para elegidos, para muy pocos. Pero el camino es largo y sinuoso. Ese camino han recorrido Joha Zair, Maxi Alberdi, Mateo Alberdi, Fernando Berón, Juan Firpo, Fede Fernandez. Todos surgidos del Club Deportivo y todos integrantes de una generación Dorada, difícil de repetir en Nogoyá.
Como fueron sus comienzos en el deporte?
Fernando: cuando yo tenía más o menos 6 años, mi viejo siempre me llevaba al club porque él jugaba a la paleta en Deportivo. Al tiempito ellos agarraron la cantina del club y a partir de ahí, estaba todo el día metido en el club y fui probando con todos los deportes, hasta que finalmente me decidí por la paleta
Joha: empecé a los 12 años, por mi hermano Pekita que es el papá de Fer. El fue el que me metió en el deporte y enseguida me incentivó a competir y animarme a desarrollarme en un deporte, donde no había muchas chicas.
Fede: habré arrancado con el deporte a los 6 o 7 años más o menos. Mi abuelo (Luis Busson, histórico jugador de pelota paleta) me llevaba a la cancha cuando iba a jugar y entre medio de los partidos yo me metía a la cancha e intentaba pelotear.
Maxi: yo empecé con 7- 8 años acompañando a mi viejo que iba a practicar el deporte y lógicamente me iba metiendo cuando terminaban los partidos y así fue que fui conociendo el deporte
Mateo: yo recorrí el mismo camino como a los 5 años ya empecé a hinchar a mi viejo y mis hermanos para que me llevaran y meterme a la cancha a traer de pegarle a la pelotita.
Juan: empecé desde muy chico, también por mi viejo que jugaba y me llevaba al club con. Me acuerdo que no veía la hora que terminen para poder entrar a pelotear. Después me aleje desde los 12 hasta los 17 del deporte, hasta que volví nuevamente a jugar. Se ve que la pasión y el amor hacia la pelota paleta no se cambia por nada.
Cuando recibieron su primer convocatoria a la selección?
Fernando: En el 2007 tenía 14 años me llamaron por primera vez a la selección para un campeonato Sub 22 que se realizó en Funes (Rosario). Fue una satisfacción enorme que con tan poca edad, me llamaran para representar al país y en el 2008, cuatro años después, jugué mi primer Mundial en la especialidad Pala Corta.
Joha: mi primer convocatoria me llegó en 2005, viaje a Bs As para iniciar la preparación para Mundial en Viña del Mar Chile. Tenía en ese momento 14 años y obtuvimos el cuarto puesto.
Fede: mi primer convocatoria me llegó en el año 2017, tenía 16 años. Sentí en ese momento un orgullo tremendo de entrenar con la selección. Te diría que quizás todavía no era consciente de la responsabilidad que tenía y todo lo que representaba.
Maxi: mi primer convocatoria fue para el Mundial de Sub 22 en España yo tenía 16 años y en ese momento fue una ilusión muy grande viajar y representar al país. Yo era muy chico y me generaba mucho entusiasmo descubrir un mundo nuevo para mí.
Mateo: a mis 16 años me llegó el primer llamado para entrenar con el seleccionado. En ese momento fue tocar el cielo con la manos, fue una sensación tremenda que recuerdo hasta el día de hoy.
Juan: la primer convocatoria fue en el 2011 para el mundial de Guadalajara sub 22 en Frontenis. No fue muy exitosa ya que no quede convocado para el mundial. Si estuve en el proceso de preparación. Pero bueno, ese fue el arranque. Después sí, tuvo la fortuna que cada vez que me toco ser convocado, pude participar de los mundiales.
Todo esto no se construye de un día para el otro. Es fundamental que un entrenador detecte a tiempo el talento. Que los padres y la familia acompañen y apoyen al deportista. Tener paciencia porque el trabajo se construye paso a paso. Paciencia también para competir con varios jugadores del mismo nivel para conseguir un lugar en cada convocatoria. Saber dominar la cabeza y esquivar las tentaciones antes de cada entrenamiento o cada viaje los fines de semana, cuando muchos les van a preguntar para qué corno se levantan tan temprano. Quizás hasta le van a cuestionar quién se creen que son y se van a reír cuando les digan que quieren ser parte de una elite. Muchas veces es una lucha constante con la mente y les hace la vida imposible, si no se acostumbran a domarla, a respetarla cuando les habla y a presentársela a un psicólogo deportivo para que los aconseje cómo tratarla para que no se les vuelva en contra al primer traspié. De todo eso también depende ser un jugador de selección. No solo de lo que pasa dentro de una cancha.
A quien observaban o tenían como referentes?
Fernando: cuando era chico miraba mucho a Pablo Fusto, después tuve la suerte de formar parte del equipo con él, jugar con él, entrenar, compartir mucho tiempo. Javier Nicosia también es alguien que observo y me gusta mucho su forma de jugar.
Joha: mi referente y a quien siempre miraba, era a mi hermano Pequita Berón. Hoy en día observo mucho a Facundo Andreasen.
Fede: cuando era más chico miraba a Juan, Fernando, Cochola (Cristian Ferrera), Juan Verón. Eran los jugadores que podía ver seguido en mi ciudad o alrededores y aprendí mucho de ellos.
Maxi: siempre fue de mirar cerca y por suerte en el Club Deportivo siempre hubo excelentes jugadores. Cuando era chico observaba a Cochola Ferrera, a Mechi Amestoy. Los tenía todo el día en el club y fueron chicos que nos ayudaron muchísimo en nuestro desarrollo.
Mateo: de chico siempre miraba a Maxi, que era mi referente y yo lo acompañaba a todos lados. Eduardo Ross para mí es el máximo referente por su historia y lo que demuestra día a día. Hay muchos, pero si me tengo que quedar con uno, me quedo con él.
Juan: hay muchos, pero si tengo que elegir y nombrarte los primeros que se me vienen a la cabeza son Eduardo Ross, Jorge Villegas y Pablo Fusto.
Se puede expresar con palabras lo que se siente cada vez que se ponen la camiseta de la selección argentina?
Fernando: representar al país es hermoso. Algo único. Cuando suena el himno, se me pone la piel de gallina, no lo puedo evitar.
Joha: representar al país es algo único. Es lo que todo deportista desea, vestir la celeste y blanca mientras escuchas el himno uno se siente tan orgulloso. La sensación es hermosa, se te juntan todos los sentimientos…
Fede: es difícil poder expresarlo o transmitirlo. Se te pasan muchas cosas por la cabeza en ese momento. Para mí es un sueño. Sentís una energía diferente, adrenalina y la satisfacción enorme de estar viviendo eso.
Maxi: si es muy difícil encontrar las palabras justas para expresarlo. Es como una fuerza, una energía que te viene desde adentro. Estas representando a tu país, estas con un compañero, con un grupo de trabajo y sos vos la bandera de un país. Te hace sentir mil cosas y una intensidad altísima.
Mateo: vestir la camiseta argentina es lo más lindo que te puede pasar. Tenes el objetivo de dejar parado de la mejor manera a tu país. Es una responsabilidad muy grande y una enorme satisfacción. Escuchar el himno como nos tocó el año pasado con la medalla de oro colgada en el pecho, son sensaciones muy difícil de repetir y algo que nunca te vas a olvidar.
Juan: ponerte la camiseta de la selección no se compara con nada. Es algo único. No se pude explicar lo que se siente y te pasa por el cuerpo en ese momento.
Un deportista sabe que en general, va a caer muchas más veces de las que va a levantar los brazos al cielo o a agacharse en un podio para que le cuelguen una medalla. Sin embargo, sabe que un mal resultado es producto de un error y que los errores son aprendizaje y no frustración. Son parte de las reglas del juego. Por eso cuando aparecen los buenos resultados siempre tienen presente lo que disfrutaron y sufrieron en el camino. Muchas veces aparece la frustración y la amargura. Pero siempre teniendo en claro que cada uno de esos escollos que supieron sortear los transformó en jugadores de una elite y que su vida ya no será igual. Entendieron que fracasar es no animarse a subirse al tren de los desafíos. Ellos conocen lo que es ser protagonistas de su pasión. No necesitan seguir esperando que otros le cuenten lo que es la vida de un deportista de selección.
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